mis ediciones

Zaragoza, años setenta.

Lo primero, fue la imprenta. Le llamo entonces por teléfono. Y quedamos a eso de la una.
– ¡No me des tu dirección!
Me la sabía. El formato de tu libro, lo hice entonces con su ayuda.
¿Cuántos libros Ud. quiere que le imprima?
– Por lo menos, 800 ejemplares.
A continuación, él me comenta, que así no ganaré ningún dinero.
– ¡Unos dosmil, como muy poco!
Me gasté en aquello unas 230.000 ptas.
¿Y los críticos? … Yo, iba a una presentación algunas veces.
 He seguido con mis ediciones desde aquella vez primera… e incluso ganaba alguna vez algún dinero. ¡Fue mi vicio!

¡tú, te casas con mi niña!

Una frases escritas por un periodista en un papel a modo de un borrador.

Después de haber contestado a sus preguntas, aquel presidente de un ejecutivo se bajó de una tarima. A continuación, él se desvía hacia su izquierda y ha buscado con su mano extendida haberse dado una apretón con la de alguien.
– ¡Eso ha sido inusual! Además, ellos no se han intercambiado confidencias… ¿Quien sería?

ningún malentendido

Dos amigas, se cuchichean al oído durante un acto en una sala. No obstante, alguien se había  impacientado. Y mostraba profundo desagrado con sus gestos.

-Ese, a mí me da lo mismo…

-¡Chitón!

Esta vez, no se había  limitado a haberles hecho callarse con un dedo.

– ¡Pero tú, quién te has creído tú que eres! Ella, mira hacia adelante imperturbable. Pero, en su rostro ha asomado ese granate, de quien sí se da por aludida.

-¡Este, a mí no se me olvida!

vuestros motivos

1975, la ONU, primavera.

Se ha celebrado una sesión extraordinaria. Se discute sobre ese nuevo  Fondo Monetario.

– Mañana….

Aquel representante, nos ha señalado con su dedo de una forma un tanto acusadora.

– …habrá sitio para todos…

Mi colega de mi izquierda… su rostro, repentinamente se ha crispado.

– En nuestro mundo, caben muchos. Nadie sobraría en él, si se diera una confianza.

– Tú, has mirado ya tu hora?

Mientras tanto, este persiste desde su tribuna.

– Nuestro sentido de la historia… hasta ahora siempre habíamos marchado hacia adelante… algunos quitan de comer a sus compatriotas por comprar vuestros productos… Señores, su robótica, solo les funcionaría a Ustedes… por lo demás, nosotros siempre hemos necesitado de algún paso más sencillo previamente.

una nueva era

 1833. Fernando VII, se muere.

 – ¡Junín… Carabobo … y Ayacucho!

 Junto a su lecho, su médico, un ministro, un arzobispo, un embajador de Francia…

  – Soy un rey… de un virreinato.

 – ¿Mi Señor, Vos qué nos decís?

– Carlos Isidro… María Cristina… María Luisa…

 – ¡Vosotros os callais, no se le entiende!

– Sire, Sire…. he querido haberlo hecho como tú me aconsejabas … pero mis súbditos no lo querían…

– ¡Este, delira!

Suena una campana. Dos de ellos, se han mirado con inteligencia. Pero aquel medico le tomaba el puso y a continuación ha denegado.

– ¡No, todavía no!

¡mi suerte, está conmigo!

– Si me pagan lo acordado…

Preguntó por un trabajo en una de esas oficinas de trabajo eventual… y  lo encuentraba.

– Si consigo, lo bastante…

El, ya ha conducido aquella furgoneta durante algo más de tres semanas, .

– Yo,  si no gastase mucho…

Siempre ha sido un mismo trecho. El carga mercancía y después, la descargaba.

muchos besos

2010, mes de de octubre. Malpartida, Cáceres, muy cerca de Plasencia. 

Vista desde mi terraza, esta vista, es infinita. Unas nubes han pasado… Qué distantes!

Ellas, siguen su camino…

confiada y sin recursos

Una casa muy modesta. Una hermana se metía con la otra por distraerse en sus obligaciones.

– ¡Mírate con ese espejo, te creerás una princesa!

Me he mirado Y entonces, yo me digo:

-Esa vieja, no era yo. Desgraciadamente, esta es mi madre!

Haber caído yo en aquella cuenta, solamente fue mucho más tarde.

disimulan

El, era sin dudarlo un hombre amable. Pero, le preocupaban esas cuestiones referidas a la supervivencia.

-Treinta céntimos de euro!

Siempre, habia sido en sus cambios muy  ajustado. Y, en sus precios… Pero, en el peso, si  pudiera,  se sobrepasaba.

-Ella, está muy acostumbrada… Quiere Ud mejor una bolsita?

Gil y Gil

-No era un hombre ingenuo. Sin embargo, tampoco era ese monstruo! Sacaba de la gente, su avaricia. Te he robado alguna vez alguna cosa? Así te interpelaba impetuoso. Pero en nuestro mundo, nunca ha habido para todos.

-Lo sabía.

 

un sitio entre vosotros

Al poco tiempo de haber fijado aquí su residencia, se instala en un apartamento en una de esos barriadas de un nivel de vida medio.

– ¡Soy un privilegiado…!

Se había dedicado a la vida política de su país desde hacía algunos años.

-A mí eso me venía de familia.

Se había presentado a una convocatoria electoral detrás de otra. Habitualmente, las ganaba.  Pero, alguien le había salido a su encuentro por la calle con sus gritos en aquella última ocasión. Y un disparo de pistola sonó al aire.

-Habrá sido un policía…

Ha tomado, entonces un avión.

-Me ha acogido la internacional democratacristiana. Mas estos gastos de ahora mismo, me los he pagado yo.